jueves, 3 de enero de 2013

María Teresa Hincapié El Cuerpo: aquí y ahora (1)




María Teresa Hincapié en Parquedades ,Videoperformance de José Alejandro Restrepo, 1987


En esta  particular mitología de mujeres  empañadas, políticas, coquetas, sexuales, diversas del arte colombiano que acabamos de recorrer, aparece como un punto  aparte el cuerpo pequeño y duro de María Teresa Hincapié, tan feroz y potente como frágil. Territorio de ruptura,  ubicado en otras coordenadas.  El suyo no fue un cuerpo representado, ni esculpido ni pintado.   Al contrario, se desplegó él mismo directamente, en carne y hueso, y se instaló afuera del espectáculo: sin máscaras, disculpas o  antesalas.  Contra las negaciones de los discursos sociales, simbólicos, culturales y de todo tipo caídos milenariamente sobre la corporalidad femenina, su cuerpo, que era su obra, fue  una presencia, afirmada potentemente aquí y ahora. Así, se  erige incontestable  frente al cuerpo de mujer borrado ayer por su insignificancia social y hoy aniquilado por la guerra o fantasmagorizado por el exceso de exposición mediática. Entre  la condena a la domesticidad o al convento, el  enmascaramiento de la seducción, la aniquilación violenta de los sacrificios públicos y privados o el vaciamiento y virtualización de los medios de comunicación, su cuerpo aparece inédito y rotundo, ocupando  un  lugar en la tierra.

María Teresa Hincapié, El espacio se mueve despacio, performance, 2004 

María Teresa, esencial, dedicó su vida a los despojamientos y así se fue quedando sólo con su cuerpo, no como el lugar de la renuncia sino el de las plenitudes. No como la maldición de las ausencias, sino como la posibilidad de todas las presencias. Así trabajó su cuerpo, encontró su cuerpo, se quedó en su cuerpo.  Su camino la llevó del espectáculo del teatro en obras como Ondina a la oración tan íntima como colectiva  del performer. En esta última etapa de su trabajo,  se decidió por las  propuestas individuales, donde ya no representaba un papel dramático, sino que se presentaba a sí misma. Aparecía. Era. No una máscara, un maquillaje, un artificio, un rol. Simplemente  era ella, con un repertorio de gestos que no remitían a nada exterior, sino que se significaban a sí mismos. Esta  decisión vital, aparentemente inofensiva, sin embargo  se constituyó  en una demoledora  herejía contra siglos de estereotipos en el imaginario y la construcción  de los cuerpos femeninos occidentales. ¿Cómo lograr  la presencia y abolir el espectáculo en una historia de las representaciones donde la corporalidad de la mujer sólo ha sido eso: un espectáculo para los otros?

ver también http://anatomiacomparadacolmexx.blogspot.com/2011/05/mira-lo-que-me-mira.html


Tomado de GIRALDO, Sol A, Cuerpo de Mujer: Modelo para armar. Medellín, Editorial La Carreta, 2010

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