María Teresa Hincapié en Parquedades ,Videoperformance de José Alejandro Restrepo, 1987 |
En esta particular mitología de
mujeres empañadas, políticas, coquetas,
sexuales, diversas del arte colombiano que acabamos de recorrer, aparece como
un punto aparte el cuerpo pequeño y duro
de María Teresa Hincapié, tan feroz y potente como frágil. Territorio de
ruptura, ubicado en otras
coordenadas. El suyo no fue un cuerpo
representado, ni esculpido ni pintado.
Al contrario, se desplegó él mismo directamente, en carne y hueso, y se
instaló afuera del espectáculo: sin máscaras, disculpas o antesalas.
Contra las negaciones de los discursos sociales, simbólicos, culturales
y de todo tipo caídos milenariamente sobre la corporalidad femenina, su cuerpo,
que era su obra, fue una presencia,
afirmada potentemente aquí y ahora. Así, se
erige incontestable frente al
cuerpo de mujer borrado ayer por su insignificancia social y hoy aniquilado por
la guerra o fantasmagorizado por el exceso de exposición mediática. Entre la condena a la domesticidad o al convento,
el enmascaramiento de la seducción, la
aniquilación violenta de los sacrificios públicos y privados o el vaciamiento y
virtualización de los medios de comunicación, su cuerpo aparece inédito y
rotundo, ocupando un lugar en la tierra.
María Teresa Hincapié, El espacio se mueve despacio, performance, 2004 |
María Teresa,
esencial, dedicó su vida a los despojamientos y así se fue quedando sólo con su
cuerpo, no como el lugar de la renuncia sino el de las plenitudes. No como la
maldición de las ausencias, sino como la posibilidad de todas las presencias.
Así trabajó su cuerpo, encontró su cuerpo, se quedó en su cuerpo. Su camino la llevó del espectáculo del teatro
en obras como Ondina a la oración tan
íntima como colectiva del performer. En esta última etapa de su
trabajo, se decidió por las propuestas individuales, donde ya no
representaba un papel dramático, sino que se presentaba a sí misma. Aparecía.
Era. No una máscara, un maquillaje, un artificio, un rol. Simplemente era ella, con un repertorio de gestos que no
remitían a nada exterior, sino que se significaban a sí mismos. Esta decisión vital, aparentemente inofensiva, sin
embargo se constituyó en una demoledora herejía contra siglos de estereotipos en el
imaginario y la construcción de los
cuerpos femeninos occidentales. ¿Cómo lograr
la presencia y abolir el espectáculo en una historia de las
representaciones donde la corporalidad de la mujer sólo ha sido eso: un
espectáculo para los otros?
ver también http://anatomiacomparadacolmexx.blogspot.com/2011/05/mira-lo-que-me-mira.html
ver también http://anatomiacomparadacolmexx.blogspot.com/2011/05/mira-lo-que-me-mira.html
Tomado de GIRALDO, Sol A, Cuerpo de Mujer: Modelo para armar. Medellín, Editorial La Carreta, 2010
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