jueves, 3 de enero de 2013

María Teresa Hincapié (3): Humana, demasiado humana



María Teresa Hincapié, Vitrina,performance



A pesar de la lectura que aquí se propone de su bra, no fue la perspectiva de género una  bandera que enarbolara explícitamente esta artista. Y así  lo expresó: “No he realizado mis trabajos  con el propósito de ser feminista. Nunca lo he sido ni lo seré”[1]. Aunque no por ello dejara de interesarse por  lo femenino. En una obra como Vitrina (1989),  por ejemplo, esta perspectiva es evidente. En esta acción estuvo 8 horas detrás de la vitrina de un almacén en un populoso sector de Bogotá para mostrarse a sí misma en su transparencia de mujer. Durante este tiempo realizó labores de la cotidianeidad femenina como lavar, planchar, maquillarse. Allí fue una mujer que sueña, se pinta, seduce,  se mueve. Y para comunicarse con el público transeúnte iba escribiendo sus pensamientos con un labial rojo sobre el cristal. Este performance llevó a un primer plano las presiones que  ejercen los invisibles discursos sociales, simbólicos y políticos sobre la corporalidad femenina. Era una manera valiente de ofrecerse a esa superficie pública que precisamente  la regula y controla.   En esta obra, la mujer en lugar de reflejarse en un espejo que es lugar de las identidades íntimas, lo hacía sobre un vidrio transparente detrás del cual estaba  el espacio público, un lugar tiránico y productor de casillas y categorizaciones sobre el género y la manera de asumirlo. Su espejo no era el del tocador sino el ruido sordo de la ciudad, con todos sus mandatos y discursos soterrados sobre las corporalidades.  Como mujer expuesta en una vitrina,  hacía evidente el control de  la mirada omnipresente de los discursos sociales, simbólicos, morales y urbanos  acerca de su cuerpo.


Pero, a pesar de estas incursiones,  el problema de María Teresa  no  fue exclusivamente ni en primer lugar el de la identidad femenina. Su búsqueda era la de un espacio inédito, ritual donde no se debía ser mujer, donde no se tenía que ser mujer según las reglas escritas y no escritas. Un lugar  donde  inquiría más bien por la humanidad con preguntas más amplias que las del género. ¿Cómo ser plenamente humana o humano en un  mundo profanado donde se ha perdido el sentido, donde el yo se ha aislado del tú y de su medio ambiente, donde se  ha perdido la ritualidad y el sentido de los actos cotidianos, donde no se respeta el espacio propio ni el de  los demás, donde se ha perdido la conexión con el mundo material e inmaterial y con el cosmos, donde el cuerpo ya no es un recipiente divino?
María Teresa Hincapié, Vitrina,performance


La humanidad, pues,  más que la feminidad fue la principal búsqueda de María Teresa. Pero este planteamiento ya es en sí mismo bastante transgresor, porque la humanidad en el pensamiento androcéntrico tiene una acepción masculina. Ser humano era ser plenamente hombre, mientras lo femenino no entraba en este campo semántico. Las grandes preguntas de la filosofía moderna han girado siempre acerca de los dilemas y posibilidades del “hombre”.  La artista al buscar la humanidad plena desde su cuerpo de mujer resiginificado, resimbolizado, reescrito, no lo hacía como una reivindicación, sino como su única posibilidad: su cuerpo femenino era el único que tenía. Y ese cuerpo, sus condiciones, sus movimientos, sus acciones era el que exploraba. 

El trabajo de María Teresa no hace una apología de la femineidad, sino que trasciende la oposición binaria masculino-femenino en su afirmación de su presencia en el espacio más allá de los códigos y restricciones de género, sociales y culturales. Es una nueva posibilidad de ser humanamente mujer la que aparece en obras que dudan, entre otros, de los discursos invisibles y omnipresentes sobre lo femenino. Y una forma de estar  plenamente presente  en una coyuntura  histórica donde  la violencia política del país se ha ensañado  en desagarrar los cuerpos, masacrarlos, destrozarlos. Su respuesta a esta aniquilación es la de  un cuerpo femenino concentrado, espiritual, místico y sagrado. Y sobre todo presente: con los ojos en el cielo y los pies en la tierra, redefiniendo los límites de su presencia en el mundo.

ver también http://anatomiacomparadacolmexx.blogspot.com/2011/05/mira-lo-que-me-mira.html


Tomado de GIRALDO, Sol A. Cuerpo de mujer: modelo para armar. Medellín, Editorial La Carreta, 2010



[1] GARZÓN, Diego. Otras voces, otro arte. Diez conversaciones con artistas colombianos. Bogotá: Planeta, p 81.

1 comentario:

  1. Conocí personalmente a María Teresa H. y pienso que desafortunadamente su obra y la lectura que se hace de ella no corresponde a la realidad, tal vez su obra pueda ser interesante, pero decir que María Teresa era una persona que poseía una gran humanidad es algo que no corresponde a lo que ella fue, de igual forma afirmar que fue una persona que creía en lo sagrado y que era congruente con ello, también es falso. Desafortunadamente era una artista que poseía un ego infinito y se creía con el derecho de violentar a las personas. Ella de espiritual y sagrado no tenía nada, personalmente me agredió físicamente con la excusa de su arte, esta situación pasó hace varios años, sin embargo creo importante que las personas que escriben este tipo de artículos y reseñas sepan separar su obra como artista a lo que ella realmente fue como persona.

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